Chuyo

Hoy por ser el Día Internacional de la Mujer, voy a iniciar una serie donde se tocaran puntos fundamentales para comprender a nuestras bellas mujeres, ya sean esposas (como en mi caso), novias, amantes y de más relación afectivas que puedan existir, pero en fin va dirigido para todo hombre que este interesado en conocer un poco más de la mujer.

¿No les da flojera maquillarse?, ¿por qué quieren hablar después de tener sexo?, ¿para qué tantos zapatos?, ¿qué tanto hacen en el baño y por qué van en bolita?, ¿siempre están a dieta?, si las flores se mueres, ¿para qué las quieren?, ¿por qué nunca pueden dejar la bolsa?, si les sucede algo ¿Por qué dicen que no tienen nada?, ¿cómo pueden llorar tan fácil?, ¿por qué esperan que sepamos lo que piensan?

Preguntas que nos han intrigado por generaciones tanto a hombres como a las mismas mujeres, buscando esas respuestas para entender ese misterioso y al parecer abstracto carácter femenino.

Partamos de que existen tres grandes dimensiones que describen a los seres humanos; la social (roles), la biológica (reproducción) y la sicológica (rasgos y personalidad). La feminidad así como la masculinidad, se forma a través del tiempo y no tienen relación directa con la orientación sexual, ni con el género. Es decir ninguno de los 2 es exclusivo de los hombres ni de las mujeres.

Sin embargo, lo femenino ha sido definido por medio de la tríada arquetípica que señala a toda mujer como un sujeto que se compone de 3 partes; la maternal, la indefensa –tal como una niña- y la encantadora aquella seductora y sensual. A partir de estos tres roles se han ido construyendo los símbolos y matices de la feminidad, que si bien no son propios de la mujer, son extraídos de ella.

En todas las características que actualmente se les adjudican, podemos encontrar uno de estos aspectos.

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